Tradicionalmente, las pesquerías se han gestionado como si las especies objetivo no formaran parte de un ecosistema, sino que fueran elementos individuales sin conexión con otras especies de las que pudieran ser sus presas o predadores. Tampoco se consideraban otras influencias abióticas, como el clima, la contaminación, el cambio en el régimen de corrientes, etc. o el impacto que la actividad pesquera ejerce a su vez sobre el ecosistema marino.
Tradicionalmente, las pesquerías se han gestionado como si las especies objetivo no formaran parte de un ecosistema, sino que fueran elementos individuales sin conexión con otras especies de las que pudieran ser sus presas o predadores. Tampoco se consideraban otras influencias abióticas, como el clima, la contaminación, el cambio en el régimen de corrientes, etc. o el impacto que la actividad pesquera ejerce a su vez sobre el ecosistema marino.
Este enfoque no venía dado por el desconocimiento del impacto que estos factores pueden tener sobre la evolución de la población, sino por la extrema complejidad de cuantificar y predecir dicho impacto.
A partir del fracaso de la gestión tradicional de numerosas pesquerías comerciales, nace el nuevo concepto de “aproximación ecosistémica”, ante la necesidad de integrar los planes de actividad pesquera y de gestión de las pesquerías con otros sectores con los que comparten tanto recursos como medios. Es decir, que la Gestión Ecosistémica reconoce el interés económico, social y cultural de todas las partes interesadas en la explotación pesquera y el modo en que estos intereses afectan a la gestión de los recursos.
Un aspecto importante en la Gestión Ecosistémica es la asunción de la incertidumbre inherente al proceso de la gestión debido al escaso conocimiento que se tiene sobre los ecosistemas marinos. En consecuencia, es difícil efectuar pronósticos sobre la resistencia de los ecosistemas y los efectos generados por el hombre y distinguirlos de los cambios naturales. En este escenario, se hace imprescindible la aplicación del “principio precautorio” .
El principio precautorio postula que, cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces para impedir la degradación del medio ambiente. Este enfoque ha sido adoptado para las pesquerías en el acuerdo de las Naciones Unidas sobre las poblaciones de peces y en el Código de Conducta de la FAO y existen orientaciones para su aplicación práctica.